
Pues bien, el viernes de 11 abril me presenté por primera vez en el ayuntamiento. El Sr. Héctor Aguilar (Mi jefe directo) pasó por mí pues no tenía ni la menor idea de dónde estaba. Camino al ayuntamiento me contó sobre él y el trabajo que tenía que realizar, sonaba interesante y entretenido. Ese día salí temprano pues no tenía mucho que hacer así que me fui a ver a mi amiga Karina. Ella es directora de una empresa de Bienes Raíces (Al menos eso creo, se que si estoy equivocado, cuando ella lea esto no me va a perdonar que no sepa dónde trabaja), estuvimos platicando un buen rato y después crucé la calle y me metí al hotel dónde me estaba quedando, ahí hay un ciber café y me pasé 3 horas platicando con mis amigos. Tenía a penas 2 días de haberme ido y ya los extrañaba.
En punto de las 9 de la mañana salí hacia el Palacio Municipal y esperé un poco a que mi jefe se desocupara para poder hablar con él. Ese día me dieron mi horario temporal, lunes a viernes de 9 am a 6 pm con una hora para comer y sábados y domingos de 9 am a 2 pm… ¡En la madre!, me dije… acostumbrado a levantarme tarde, muy tarde por trabajar de noche y ahora tendría que levantarme todos los días ¡INCLUIDOS FINES DE SEMANA! A las 7:30 de la mañana para llegar puntual al trabajo… bueno, a apechugar y dormirse temprano para poder hacerlo. ¿La realidad?, fue otra completamente. Imposible dormirme temprano, por más que lo intenté mis ojos no se cerraban y por las mañanas tenía que bañarme con agua helada para despertar, por que a diferencia de lo que muchos creen, aquí en Cancún no hace calor, es una temperatura templada cercana a los 25 o 28 grados, 30 en el punto más alto del sol y por la noche llega a descender hasta unos 20 o menos quizá, entonces a las 7:30 am el agua de verdad es fría.
Poco después me enteré que Cynthia cumpliría años el lunes 21 de abril y que festejaríamos en un antro de salsa “Sabor Latino” en el centro de Cancún, el sábado por la noche, sin embargo el martes de la semana anterior a su cumpleaños, me mandó a llamar a su oficina, no me dijo ni para qué o por qué, sólo me dijo “Ven inmediatamente”.
OK, he de admitir que me asuste un poco (mucho en realidad) y salí de Comunicación Social en camino a su área. Cuando pasaba por el pasillo que lleva al estacionamiento, me pareció ver estacionado el carro de mi amiga Karina, entonces subí con un poco de más confianza, ahora las cosas empezaban a oler mejor.
Cuando llegué, la secretaria me dijo: “lo están esperando” y yo por dentro “Sácatelas, ya me fregué”… Cynthya abrió la puerta, yo estaba comiendo un chicle y me dijo “¿Qué pasa por tu cabeza?, ¡Tira eso que mi jefe quiere verte!... no le cuenten ni a Cynthya ni a Karina pero del susto en lugar de tirarlo me lo tragué…
Entré por la sala de espera y poco a poco se abrió la puerta de la oficina… Tun.. tun.. tun.. sentía mi corazoncito latir en mis orejitas y parecía que la puerta se abría en cámara lenta… tun.. tun.. tun.. por fín se abrió y apareció Karina sentana en la mesa sola y sólo me dijo “¡A verdad!, ¡Sentiste Chingón! “ja,ja,ja”… No me pareció gracioso, nada gracioso de hecho, osea casi me orinaba en la puerta y estas 2 tontitas tomando un cafecito. –No mija, no me espanté (¿No me espanté?, ¡Madres!) por que vi tu carro en el estacionamiento- le dije. Se rieron un poco de mi y comenzaron a planear una fiesta para Cynthya.
Yo solo escuchaba y me limitaba a verlas discutir sobre vestidos y lugares. La revista más importante de Quintana Roo le había obsequiado a Cyn una fiesta en Yate con destino a Cozumel y planeaban también la lista de invitados, 10 en total. ¿Tu que opinas Ramón?- me preguntó Cynthya con cara inocente. ¡Muy chido la verdad!, se van a divertir mucho.. -¿se van a…?, nos vamos a divertir mi vida, por que tu eres uno de los 10 invitados….
Sin palabras, no supe que decir y las dos se rieron de mi, al final me di cuenta que tenía la boca abierta como estúpido y que poco me faltaba para babear el escritorio. Gracias dije al fin de cuentas y después de 5 minutos más de plática me despedí porque debía volver al trabajo.
Ese viernes, mi amigo Alejandro (quién también es Chiapaneco exiliado al paraíso) me invitó al antro, sabe que yo nunca me niego a una invitación como esa, así que nunca se me va a olvidar su sorpresa cuando me escuchó decir “No puedo mi’jo, mañana entro a trabajar a las 6 de la mañana”. Después de decirme que no lo podía creer, que mi horario estaba muy pinche y no se cuántas tonterías más, me dijo que lo entendía, que no había problema y que nos veíamos el sábado por la tarde.
Las 3:30 de la mañana, noche de viernes para sábado. A lo lejos escucho un ruido que me parece familiar, era como un golpeteo recurrente sobre la madera. Escucho la música de una fiesta a lo lejos y los golpes en la madera que ahora me parecen ser un poco más claros. Me doy cuenta que todo está obscuro, las cortinas no dejan pasar la luz de la luna que brilla intensamente pues la noche es clara y despejada. Empiezo a ubicar de dónde viene el ruido, volteo hacia la mesa de mi cuarto y veo una luz que tintinea al compás del repiqueteo en la madera. Es mi celular, está en modo vibrador y estaba a punto de caerse por el tiempo que llevaba brincando. Me levando de un golpe y lo alcanzo a detener antes de estrellarse contra el piso. Estaba tan dormido todavía que no vi quién podría estar llamándome a esa hora y sólo abrí el teléfono y con la voz ronca y profunda (propia de una persona adormilada), contesté. – ¿Bueno?. –¡No mames cabrón!, ¡Qué poca madre tienes!, ¡Te pasas de ver…as!, me dejaste plantado, esto no se me va a olvidar, yo aquí como pendejo esperándote, tu ni te apareces… bla, bla, bla… Era Alejandro en un lamentable estado de ebriedad. Al parecer en su inconveniencia alcohólica, se le había olvidado que le dije que NO.
-Alejandro, ¿ya viste la hora que es?, te dije que no iba a ir, entro a trabajar en menos de tres horas, ¡NO ME ESTÉS CHINGANDO!, nos vemos mañana, adiós. Regresé a dormir.
Acordé con Alejandro de vernos en su casa y para no perder la costumbre, Alex invitó a otro wey desconocido a la fiesta. Por costumbre de la Uni, Alex se juntaba con un grupo de colados que siempre fueron los invitados de los invitados y pues por lo visto aquí piensa seguir con el legado.
Llegamos los 3 al antro. No era nada agradable el exterior, se veia corriente y la gente que llegaba… bueno, evito comentarios. Se me hizo raro que Kary y Cynthya hubieran escogido ese lugar, creo que las dos tienen muy buen gusto para todo y pensé que eso había sido un desliz. Kary vive en la Zona Hotelera de Cancún y sábado por la noche es un caos por el tráfico, así que se le hizo tarde y llegó casi con 40 minutos de retraso. No se dónde viva Cynthya pero ella llegó todavía un poco más tarde.
En cuanto llegamos nos colamos al interior y ahí cambié de opinión. Es un lugar enorme, sencillamente decorado pero realmente te eleva al sabor cubano. Un escenario lleno de Bongós y trompetas lo adornaban y te invitaba a esperar ansioso a que la música en vivo comenzara. Los amigos de Cynthya llegaron poco a poco. Kary se sentó al otro lado de la mesa y me sentía solo y desprotegido entre mucha gente que no conocía y pues Alejandro que iba conmigo, ps iba con otro wey al que no conozco.
Salsa, salsa y más salsa. Al principio todos estábamos sentados, pero poco a poco los amigos de Cyn de la mesa de al lado empezaron a animarse. Uno de ellos, muy extrovertido, corrió hacia Kary y la invitó a bailar a la pista. Recordamos cuando en Tuxtla, ella y yo nos íbamos todas las noches saliendo de la escuela a clases de salsa en un gimnasio. Empezamos siendo un completo desastre, pero poco a como tomamos el ritmo y aprendimos 3 vueltas salseras jajaja con esas tres nos sentíamos los reyes de la pista aunque en realidad creo que existen 11 tipos de vueltas, así que no éramos nada.
Mientras Kary bailaba yo sólo me movía en el asiento. Alex empezó pidiendo cervezas y como a mi no me gusta la chela por amarga, empecé a “fresear” con Absolut Vanilla y jugo de naranja… ¡Que deliciosa combinación!.
No se si fue el alcohol o que el lugar empezaba a ponerse de ambiente pero poco a poco todos nos empezamos a poner de pie y ¡a bailar se ha dicho!
Está de más decir que a partir de ahí el ambiente mejoró de sobremanera y Kary ahora bailaba con Alejandro y conmigo, recordando los días de antro que pasamos juntos cuando íbamos en la universidad.
Poco después de las dos de la mañana y cuando lo mejor de la fiesta se encontraba en su apogeo, recibí otro mensaje: “Mi niño, escribo para decirte que me voy mañana con tu abuelita por que tu tío acaba de fallecer, reza mucho por él y cuidate mucho”… en ese momento la fiesta para mi se acabó. Kary me abrazó y me aguanté por no llorar.
Espero sus comentarios como siempre, no saben como los extraño a todos. Saludos!!!. Ciao.