___________________
Leo corría a toda velocidad por las calles de San Luis, le encantaba sentir el viento frío rozar sus mejillas y tratar de alcanzar a los automóviles que veía a lo lejos, cuando se cansaba se detenía, respiraba tranquilamente y cuando su corazón se aceleraba de nuevo, corría sin cesar, disfrutando cada momento, cada paso, cada sensación de adrenalina que lo cubría de pies a cabeza.
Tocaron a la puerta insistentemente, Neto, un niño de 6 años abrió tímidamente y se asustó al ver que pasaba. ¡Mamá!, ¡Mamá! – gritó constantemente, su madre llegó deprisa angustiada, no sabía que pasaba. En la puerta un joven alto y delgado sostenía en sus brazos a Leo, estaba inconsciente y a penas respiraba. La madre de los niños dirigió al joven al cuarto de Leo y lo acostaron lentamente sobre la cama, Neto corrió con el teléfono y se lo dio a su mamá, ella rápidamente llamó al médico y esperaron.
Diego era un chico de 17 años y era el muchacho que cargaba a Leo, lo había encontrado tirado en el parque cerca de un árbol de manzanas, el único que aún conservaba todas sus hojas verdes a pesar del frío invierno por el que pasaban. Cuando Diego lo sostuvo entre sus brazos, Leo abrió los ojos y le pidió que lo llevara a su casa. El joven contó lo sucedido a la madre de los niños; mientras tomaban una taza de café, el médico se encontraba arriba revisando a Leo.
Neto esperaba impaciente afuera del cuarto, no era la primera vez que a Leo le pasaba algo así, desde que Neto se acordaba, estos episodios eran cada vez más frecuentes y en esta ocasión, el doctor llevaba más tiempo de lo usual encerrado en el cuarto de su hermano. Cuando comenzaba a desesperarse, la puerta se abrió y el doctor se agachó para quedar a su altura. ¡Hola Neto!, hace mucho que no platicamos ¿verdad? – Dijo el doctor, pero Neto no dijo nada, sólo agachó la mirada y metió las manos en los bolsillos. - No te preocupes, tu hermanito va a estar bien, está un poco cansado nada más, pero en unos días podrá jugar contigo otra vez…. ¿Quieres verlo?, él está preguntando por ti – dijo. La mirada de Neto se iluminó y solo dijo “Si”. El doctor abrió la puerta, dejó que el niño pasara y la cerró de nuevo sin entrar, dejándolos a los dos solos.
El cuarto estaba oscuro, a penas iluminado por un rayo de luz que se colaba por la ventana, la cama estaba al centro, por su estatura, a penas podía ver el pequeño cuerpo de su hermano mayor acostado y respirando lentamente, cuado Leo escuchó los pasos de su hermanito se sentó lentamente y esperó a que se acercara. – Hola hermanito, siéntate aquí conmigo – Neto no dijo nada, sólo se quedó parado al lado de la cama con la mirada al piso y se apretaba sus manitas nerviosamente, al cabo de un rato en que ninguno de los dos hizo nada más que permanecer en silencio, Neto dijo - ¿Qué te pasó hoy?, ¿Por qué el doctor se tardó tanto contigo?, ¿Te va a regañar mi mamá? – Leo soltó una sonora carcajada y dijo – Ven, siéntate aquí conmigo – Neto subió a la cama y se acurrucó junto a su hermano, Leo lo abrazó y contestó a sus preguntas. – Preguntas mucho chaparro, aun somos pequeños y hay cosas que no entiendo, no sé qué me pasó hoy, me sentí mal, me dolía mucho la cabeza y no podía respirar, ya sabes, como las otras veces, sólo que hoy no me acuerdo cómo llegué aquí. El doctor se tardó conmigo por que me ponía una lucecita en mis ojitos y me decía que la siguiera, no se para qué pero me mareé, y no, no me van a regañar, no hice nada malo.- Neto lo abrazó muy fuerte, las lágrimas corrían por sus mejillas.
- Mi mamá ha estado llorando mucho, pero dice que estás bien, no entiendo.
- No se, bueno, tu sabes que pronto me voy a ir
- ¿Te vas a ir?, ¿A dónde?, ¿Por qué nadie me había dicho?, ¿Me llevas?
- Jajaja, ¿otra vez muchas preguntas?, no se cuándo pero me tengo que ir, me voy con papá, sé que me está esperando, además te estaré viendo todo el tiempo, te veré crecer, te veré cambiar, y yo se que siempre vas a pensar en mi.
- Pero ¿por qué no puedo ir contigo?, yo quiero ir, quiero ver a mi papá y ¡quiero seguir jugando contigo!
- Neto, si tu vinieras también conmigo, dime, ¿Quién va a cuidar a mi mamá?, ¿Quién la va a ayudar en lo que necesite?
- ¡Pero no quiero que te vayas!, necesito que me ayudes con mi tarea y me acompañes a la escuela y…
- No te preocupes, mamá te ayudará en lo que necesites, además tú me podrás ver cada vez que quieras.
- ¿Si?, ¿pero cómo? Si dices que te vas lejos, con papá.
- Asómate a la ventana y dime lo que ves.
Neto se bajó con dificultad de la cama, caminó algunos pasos hacia la ventana y volteó a ver a su hermano, Leo le indicó que continuara y volvió a caminar, cuando por fin llegó, apartó unas de las cortinas y se asomó a la inmensidad de la noche, muchas horas habían pasado desde que Diego había llegado con Leo en brazos y ahora la luna brillaba en lo más alto del cielo.
- No veo nada
- ¿Estás seguro que no ves nada Neto?, Fíjate bien.
- Sólo veo la ciudad, las luces, la gente, los carros.
- Y sobre todo eso ¿Qué ves?
- Mmm… nubes, la luna y las estrellas, nada más.
- ¿Ves?, hay mucho que ver allá afuera, ahora observa bien el cielo, dime ¿cuál es la estrella más brillante allá arriba?
- Esa que está a la derecha de la luna, está solita, sin ninguna otra estrella alrededor.
- ¡Exacto!, quiero que te aprendas bien dónde está esa estrella, dentro de poco, le haré compañía a esa estrella… esa que brilla tanto es nuestro papá y yo iré con él para que no esté tan solo y así como yo lo acompañaré, tu te quedarás aquí para acompañar a nuestra mami, ¿No crees que es un trato justo?
- Pero… ¿y si mejor yo me voy con papá y tu te quedas a cuidar a mi mami?, así ella no va a estar triste por que tu te vas.
- No Neto, ella ya sabe que me tengo que ir, ya me dio permiso, mi papi también me necesita, además así, desde arriba, los dos te vamos a poder ver y jugar contigo, te lo prometo.
- ¿De verdad me lo prometes?, prometes estar ahí, ¿en ese lugar siempre?, sin moverte ¿para que yo te pueda ver?
- Si hermanito, te lo prometo.
La puerta se abrió, la madre de los pequeños entró con la medicina de Leo, se sentó en la cama y cada uno de sus hijos se sentó a su lado abrazándola, después, Neto se fue a su cuarto.