lunes, 27 de julio de 2009

REAL DE CATORCE - Día 1


"Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce", es el nombre original y completo de ese hermoso pueblo fantasma ubicado en el punto más alto del estado de San Luis Potosí. A 2 mil 700 metros sobre el nivel del mar, Real de Catorce mezcla mistisismo, aventura, historia, tradiciones, diversión, y temperaturas extremas, propias del desierto.

Después de casi una semana de indecisiones sobre si haríamos o no el viaje, por fin mis primos Leonela y Fernando, así como mi hermana, dijeron "Vamonos". No planeamos absolutamente nada. Por internet vimos algunas recomendaciones de "como llegar", "que hacer", "donde hospedarse", etc... pero jamás hicimos nada formal. Decidimos salir el sábado por la tarde, pues mi hermana trabaja hasta las 2 ese día.

Leonela y yo nos despertamos un poco tarde. A las 10:20 sonó mi celular, vi la fotografía de Fernando aparecer en la pantalla, deslicé el slide y respondí "Mmm..."; "Te desperté?" preguntó, como si mi tono no hubiera sido por demás claro -Bueno, solo hablaba para decirte que llego a tu casa como a las 12, para ver si tenemos que comprar algo antes de irnos, o lo que sea. Colgamos.

Con arena de sueño en los ojos, bajé a desayunar. Leonela me siguió y fue hasta ese momento que llamamos a la central de autobuses para preguntar los horarios de salida, llegada, etc... Mi tía Tere se encargó de ello. Terminé de desayunar y subí a bañarme; 12 en punto sonó el timbre, era Fernando. Algo que le admiro a mi primito, es que es ASQUEROSAMENTE puntual, pareciera que llega 15 minutos antes y se espera a que dé la hora exacta para tocar el timbre; en fin, Leonela también se estaba bañando, por lo que mi papá, mi tía y él, fueron a pagar los boletos previamente reservados.

Cuando regresaron, estábamos listos. -Cuáles son los boletos?, pregunté. Fernando me enseñó ocho papelillos blancos con letras impresas en un pálido gris que parecía estar desapareciendo. -Qué es esto?, "boletos electrónicos", me dijo. Llegamos a las 2 en punto por mi hermana y 2:10 estábamos llegando a la terminal. Los boletos decían 2:25 pm, "Estamos en tiempo", pensé. A las 2:30 abordamos el autobús que nos llevaría a Matehuala. Por lo inaccesible del terreno, no existe ninguna ruta directa a REAL, primero debíamos llegar a Matehuala y de ahí saldríamos al pueblo.

3:00 pm, 45 minutos de retraso, pero bueno, al fin salimos. Admiré le belleza del desierto potosino, y poco a poco me fui quedando dormido; desperté cuando arribamos a la terminal de Matehuala. Llegamos poco antes de las seis, por lo que casi inmediatamente (y después de una rápida parada técnica en el baño), subimos al autobús que nos llevaría a nuestro destino final... o eso creíamos.

Avanzamos unas cuantas cuadras y llegamos a una segunda terminal dentro de la misma ciudad; ahí, el conductor nos dijo que los que ibamos para "EL RIAL", teníamos que bajar y cambiar de autobús, pues él no nos podría llevar. Una pareja de "Gringos" no comprendió el mensaje y se cambiaron de asiento. Diles algo, me sugirió mi hermana, por lo que en mi inglés mocho les di las indicaciones del chofer, a lo que después de una risita de verguenza, descendieron junto con nosotros. -Y estás seguro de que ellos también van para allá?, preguntó Fernando... Me quedé helado, jamás pasó por mi mente la posibilidad de que ellos se dirigían a otro lado y yo les dije que se bajaran; mientras me repetía "estúpido" una y mil veces en mi cabeza, vi el autobus alejarse de la terminal; si ellos debían haberlo abordado, era demasiado tarde. "Todous nosotrous vamous parra Real de Catrorce?", preguntó la chica rubia de ojos azules... "Uff", pensé.

Abordamos la nueva unidad, me aseguré de que los "gringos" se subieran y me acomodé en el asiento con la intención de dormir una vez más. A media hora de Matehuala, se encuentra el poblado El Cedral. Llegamos a la terminal de ese pequeño sitio y sin una explicación clara, una vez más nos pidieron que bajaramos y cambiáramos de camión. Fernando echaba chispas por las orejas, es de las personas más desesperadas que conozco y tanto cambio lo estaba fastidiando. 25 minutos después llegó un nuevo autobús y partimos una vez más.

El paisaje era maravilloso: una inmensa planicie adornada con nopales, tunas, palmeras de desierto y pequeños arbustos; al fondo, las montañas marcaban su silueta tras los potentes rayos del sol, pues a pesar de ser casi las 6 de la tarde, se encontraba muy arriba en el cielo. Un letrero que indicaba la ruta, marcó un cambio de dirección y con un pequeño giro, abandonamos la carretera de asfalto, para ingresar a un angosto camino de terracería que se perdía a lo lejos y entre los cerros al frente. No se cuánto tiempo, ni cuántos kilómetros fueron, pero antes de llegar al poblado La Luz, en medio de la nada, frente a un complejo de ruinas postcolombinas y desierto alrededor, el autobús simplemente se detuvo y el motor dejó de funcionar. Me dió un ataque de risa de ver la mala suerte que teníamos en ese viaje, en cambio a Fernando, la bilis comenzaba a derramársele.

-"Bajemos, ¿para qué te enojas?, con eso no vas a hacer que se arregle el motor, mejor vamos a las ruinas", le dije, y con un suspiro de resignación, bajó conmigo; minutos después, mi hermana y mi prima nos alcanzaron. El chofer intentó varias veces encenderlo, falló en todos. Ingresamos a lo que parecía haber sido una inmensa casa construida con cantera rosa, piedra utilizada en casi todas las construcciones de este Estado. El paso del tiempo no arrancó la historia de ese lugar: claros rastros negros en las paredes y en lo que antes fue un techo, indicaban que había sido consumida por un incendio.

Esperamos cerca de una hora, talvés menos, y a lo lejos pudimos observar un microbús que venía a nuestro rescate. Emocionados, algunos aplaudimos, otros gritaron, pero al final, todos corrimos para obtener un buen lugar en el nuevo medio de transporte. Una señora subió al final, cargada con 3 o 4 cajas enormes, llenas de sandías gigantes, verdes y supongo que muy jugosas. Un viejito de aproximadamente 80 años, no resistió y se quejó: "Bueno, ¿tanta caja que?, ya taparon el paso aqui, ¿por dónde quieren que pase el chofer?, ¿que brinque?... nombre, nada más faltaron las gallinas... ¡SEÑORA!, ¡LE FALTARON LAS GALLINAS!", gritó. Todos reimos a carcajadas.

Subimos, y subimos, y subimos por un camino de piedra que hacía que se nos moviera hasta el desayuno de varios días anteriores. Mi pánico por las alturas me hizo cerrar los ojos, al ver los altos voladeros por los que pasábamos. "¿Te gustó mi sorpresita?, quería que lo vieras de día para que de verdad sufrieras, pero pinche camión", dijo Fernando. -Pendejo, le contesté, y volví a cerrar los ojos.

En punto de las 9 de la noche, y con casi tres horas de retraso, por fin llegamos al Tunel Ogarrio, entrada principal de Real de Catorce. 2 mil 300 metros de humedad, piedra fría, obscuridad total y una belleza incomparable, nos separaban del mágico pueblo fantasma. Cuando por fin salimos, fue como haber atravesado un tunel del tiempo: Eso no era el 2009.

La obscuridad era casi total. Al otro lado del tunel, el espacio abierto era increible. Construcciones antiquísimas de piedra se levantan a los costados de un enorme estacionamiento. Podría decirse que por las calles de Real de Catorce, sólo circulan los autos de los locales, todos los turistas tienen que dejar su vehículo a la entrada del pueblo.

No había terminado de bajar el pie del autobús, cuando un grupo de niños me rodeó y gritaban al mismo tiempo "¿le doy un tour?", "¿ya tiene hotel?", "¿quiere que lo lleve?", y muchas cosas más, a las que una y otra vez contestaba "no gracias" y avanzaba lentamente pues me obstruian el paso. Por fin desistieron y nos adentramos en las calles de piedra.

Todo cerrado...o talvés abandonado, no lo se, pero realmente da escalofríos de noche, tanta soledad en la calle, tanta obscuridad en las ventanas, tanto frío en el aire. Buscamos el hotel, subimos dos calles muy empinadas, y cuando por fin llegamos, yo traía el corazón en la garganta. -Sigue fumando, me dijo mi primo. -Pendejo, le contesté otra vez, pero tiene toda la razón.

Ver el hotel hizo que de plano mi corazón saliera de la garganta y se fuera corriendo. Era un grupo de cuartos al estilo vecindad, con un patio central y cientos de escalones por doquier. "Que nos toque abajo", pensé, pero la recepcionista subió y subió y subió, mientras nosotros la seguíamos casi a gatas. Genial; último piso, 78 escalones, pero una terraza con cientos de estrellas iluminando la noche.

Durante el camino, nos burlamos de mi hermana, porque su maleta pesaba como si trajera un muerto, pero no, era una toalla, jabón, papel sanitario, y muchas cosas más, que en un hotel 3 estrellas hay. Fernando abrió nuestra habitación. Nada mal para 125 pesos por persona. Sentarse en la cama, fue como acomodarse en una piedra rechinante; "ahora entiendo el precio", pensé. "¡No hay papel!", me gritó Fernando al inspeccionar el baño; "Ni toallas, ni jabón, ni shampoo, ni nada". Reí a carcajadas y fui con mi hermana a pedirle un poco de todo. Su cama si era suave, y estaban bien preparadas. Mujeres al fin y al cabo.

Dejé mis cosas sobre la pequeña mesa y salí a la terraza. Quedé impresionado por la belleza del lugar. Una mancha blanca y borrosa rodeaba a todo el poblado. -Qué chidas nubes!, le dije a mi primo cuando se acercó a mi. "No son nubes, son cerros, Todo Real está rodeado de montañas", me corrigió. Mi boca se fue al piso. La obscuridad de la noche no permitia ver la silueta de los monstruos de piedra que tenía frente a mi, sólo veía las cicatrices blancas que el tiempo hizo en ellos.

- Tengo hambre, dijeron Leonela y mi hermana, y bajamos a buscar algo de cenar. Eran casi las 10:30 de la noche y había algunos puestos de comida abiertos. "Alcohol!, queremos alcohol!", dijimos Fer y yo, y corrimos a la única tienda abierta en nuestra calle. Salimos felices con una botella de Smirnoff y un Etiqueta Roja, además de 4 vasos de unicel de litro. "A eso venimos", dijimos casi al mismo tiempo.

Mientras ellas cenaban, nosotros subimos al cuarto a dejar nuestras compras y a preparar los primeros 4 litros de alcohol; suena mucho, pero era uno para cada uno y tendría que aguantarnos el tiempo que estuvieramos en la calle. ¡Sorpresa! las niñas no quisieron, así que con la pena, teníamos dos vasos para cada uno. "Dicen que por allá arriba hay un antro con rock en vivo, ¿vamos?", preguntó Leonela.

Caminamos hacia él y efectivamente, una melodía de The Doors se escuchaba estridente, y con muy buena calidad musical para ser honestos. "No podemos pasar con las bebidas", recordó Fernando, por lo que tuvimos que apresurar el paso bebiendo. Unos niños que se encontraban sentados frente a la entrada del bar, nos dijeron de uno más tranquilo, a una cuadras de ahí, por lo que fuimos a ver, para decidir a cuál entrábamos.

Efectivamente, era más tranquilo... tanto que estaba cerrado y parecía haberlo estado en mucho tiempo. Regresamos al bar y después de darle el tiro de gracia al último sorbo de nuestras "copas", entramos algo mareados al lugar. Pedimos 3 micheladas y Fernado una cerveza. Eran realmente exquisitas, podría atreverme a decir que las mejores que he probado en mi vida. Dos fueron suficientes para ponerme a bailar y cantar incluso las canciones que no me gustan. La cruza de Vodka y cerveza, no se la recomiendo a nadie.

Regresamos al hotel alrededor de las tres de la mañana. Las niñas se despidieron, amenazándonos con levantarnos temprano. Yo me quedé en la terraza disfrutando del acuchillante viento helado que golpeaba mis mejillas y me hacía tiritar; "Con más, se me quita", fui por otro litro. Me sentía verdaderamente imbécil de alcohol. El frío ya era insoportable, por lo que nos metimos a la habitación. Bebimos y estuvimos despiertos hasta las 4 de la mañana, platicamos increiblemente y después, a dormir... El siguiente, sería un día muy, muy largo y con muy poco tiempo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

ke onda mi buen escritorr aterrado
por las alturasss
jajaja
mi pregunta seria como le haces cuando vas en avionn...
jajajaja
estuvo buenoo lo del los gabachoss no te imaigno diciendo esoo
y luego ke tu primo te dicee esoo jaja
te sudoo pero es divertidoo
esas chocoaventurassss yaa kiero ver la 2a. parteee :P jijijiji

atte.
DJ KaTo

CineStresS dijo...

Kato:

Fragmento extraído del relato "DESTINATION: CANCÚN", creo que esto responde a tu pregunta:

"El 9 de abril saldría mi avión con destino a la ciudad de Cancún. Creo que casi nadie sabe que le tengo pavor a las altura, por lo tanto ODIO volar en avión. De buena fuente sé que mientras más grande sea el avión, menos turbulencia y demás cosas raras se sienten, así que esperaba un vuelo tranquilo."

Anónimo dijo...

Hola baby!
Siplemente genial! no sabes como disfrute de este relato, hasta pude sentirme ahi, y ya vinieron a callarme para no perder costumbre... de lo q me perdi x ser pobre, jijiji.
Me encanta tu manera de relatar, en vdd me envolviste en tu viaje, yo tmb ya estoy ansiosa x leer la 2a parte.
Besitos mi escritor...
Te Queyo Muxo!!!

Atte,
Adry =D Que Extraño!!!

Anónimo dijo...

Precioso amigo:
Una vez más te menciono ¡NACISTE PARA ESCRIBIR!,eres un talento desperdiciado pero bueno, espero que el tiempo haga lo suyo y pronto estemos en la firma de tu primera obra.
Eres grande y gracias por permitirme conocerte día a día a través de tus letras.
Te envío un fuerte abrazo...Aly

Anónimo dijo...

Hola Ramonchis ... ya era hora no crees ... te tardaste en regresar pero valio lapena la espera ... ya extrañaba tus ramonchiaventuras jejeje ... asi ke a seguir viviendo nuevas experiencias para ke nos mantengas entretenidos no ;) ... mil besos tkm y no nos abandones tanto no ... Hasta muy pronto Kary