Día 10 - Día Gris

¿Por qué cuando crees que todo saldrá bien, terminapor dar un giro inesperado y terminar de la peor manera?

Anoche regresé de la ciudad de Querétaro al Distrito Federal, durante el trayecto vi Harry Potter y el Prisionero de Azkabán por vigésima vez creo. Estaba helando afuera, la lluvia empapaba el pavimento y la neblina opacaba la vista. Las dos horas y media de trayecto me divertí viendo mi película favorita. A las 11 de la noche llegué a la casa, hacía frío y me mojaba la lluvia mientras intentaba entrar a la casa. Esa noche me fui a la cama tranquilo y relajado, soñando con un 7 de Enero en el que entraría por primera vez a la escuela que me ha quitado tantas veces el sueño. Rogué a todos los ángeles y aunque casi no lo hago, anoche elevé una plegaria para que todo saliera bien.

Hoy por el contrario, todo fue al revés. Me levanté temprano, mi cita era a las 12:40, como estoy en el D.F., tengo que calcular 2 horas exactas para llegar a mi destino (Eso por que vivo en el extremo norte y la escuela está en el extremo sur). Abrí los ojos incluso antes de que sonara el despertador. Eran las 8:55, la alarma estaba programada a las 9.

Como pude (aun estaba muy dormido), me dirigí al baño. Abrí la llave de la regadera esperando el tibio vapor del agua caliente. Nunca salió. Esperé un poco más... nada. Eso sólo quería decir dos cosas, el gas se había terminado o de plano hacía tanto frío que nunca se calentó. Nimodo, así despertaría mejor. Respiré hondo y de una buena vez memetí bajo el chorro de agua helada.

Cuando terminé de arreglarme bajé. Mi abuelita me esperaba con una taza de café bien caliente (Odio el café pero ¡hey! ¡es mi abue!) y unas quesadillas. Comí despacio, escuchando las mil recomendaciones de mi mamá y mi abue, me cepillé los dientes y me despedí con un beso y con la bendición de cada una. Eran las 10 en punto de la mañana y aún me hacían falta muchas cuadras por caminar hasta la parada del pecero. Después de una hora y 20 minutos, llegué al Metro Hidalgo y 30 minutos después llegué a General Anaya. Ahora sólo me separaban 3 cuadras ENORMES hasta la entrada de la escuela. Caminé despacio, aún tenía casi una hora para llegar, me fui mentalizando.

Al llegar sólo había un aspirante, a él le tocaba a las 12 pero aún no había pasado, iban retrasados. Los dos nos preguntábamos que pasaba con el chico de las 12:20, ya casi era lahora y no aparecía. Edgar (el chavo de las 12) y yo nos pusimos a platicar. Él había realizado dos intentos fallidos en el CUEC (la escuela de cine de la UNAM) y éste era su primer año en el CCC, yo en cambio le dije que esta era mi segundo intento aquí. después de casi media hora apareció el chico de las 12:20 que resulto ser ¡chica! y ¡vaya chica eh!, una niña delgadita y hermosa de Cali, Colombia, había hecho un viaje con 10,000 pesos, de los cuales 6 mil se gastaron en el vuelo Colombia-México. Había estado durmiendo cada noche en casas diferentes, de quién le diera asilo, pero se veía radiante y serena. Me dijo "estás muy tenso, relájate... ¿crees en los ángeles?" -"si..." - "bien, pues repite conmigo, Angeles de luz, iluminen mi camino....".

Así lo hice y la verdad, fue como quitarme un gran peso de encima. Poco después llamaron a Edgar a la entrevista, le deseamos buena suerte y esperamos su salida. Media hora después salió con rostro confundido, dijo que lo habían atacado por ser Abogado y querer estudiar cine. Carola (la chica colombiana) y yo nos sentimos muy nerviosos. Era el turno de ella.

Esperé a que saliera, me dijo que se había confundido mucho, pero "¡hey!, no pasa nada, al menos si no paso lo intenté, además conocí México. Por cierto, sigues tú". Le agradecí y le deseé suerte. Entré. 10 personas estaban sentadas en una mesa rectangular, todo siguiendo mis pasos hasta la cabecera dónde me debía sentar. De pronto, el corazón me dió un vuelco. La persona que estaba senta a mi derecha seme hacía conocida, su rostro me decía que ya lo había visto antes y de pronto me vino el recuerdo a la mente. Lo había visto en un "detrás de cámaras", pero ¿dónde?, ¿dónde?...

Oh, oh... ya sabía de dónde y eso me ponía más nervioso. estaba sentado al lado de ¡Carlos Carrera!, el Director de El Crimen del Padre Amaro y me observaba sin siquiera parpadear...

Lo siento, me llaman a Comer, más al rato regreso para seguir escribiendo, espero se queden conmigo. Saludos